La llegada a su nuevo hogar le va a deparar al joven protagonista de esta historia más de un quebradero de cabeza.
Esto de los nombres con los que nos bautizan tiene su miga…
Somos muchos los que mantenemos la tradición de llamarnos igual que nuestros abuelos o padres. Sin embargo, a otros el nombre les cae como una losa, ya que sus padres eran devotos de San Hermenegildo o como amates de la historia, el rey Chindasvinto, condenando a su pobre vástago de por vida.
Pero el caso más curioso que he encontrado es el que atañe a Tom, el protagonista de este cómic. No, no vayáis a pensar que me equivoco, ya que Thomas o Tomás es un nombre de lo más habitual. Lo peculiar de éste surge con su insólito origen. Y es que es la primera vez que una mancha en una parte del cuerpo, en este caso el trasero, da nombre a un recién nacido.
Pues sí, Tombuctú. Ese lejano e inhóspito lugar apodado «la ciudad de los 333 santos», hizo que los padres del bebé optarán por bautizarlo así, aunque afortunadamente, con el tiempo la cosa se redujo a un simple y más normal Tom.
Y es justo al comienzo de esta historia que nos encontramos con Tom y sus padres llegando a su nuevo hogar, una preciosa y enorme casa que sería perfecta si no se encontrara situada en las afueras de la ciudad, por lo que la vida del chaval se torna bastante aburrida, sin ningún amigo a la vista, y tan solo con un huraño vecino que le mira de reojo.
Así que, mientras terminan de instalarse, sucederá lo inaudito, un hecho que va a abrir una puerta a lo insólito, ya que alrededor de la vida de Tom hay algún que otro secreto que él desconoce.
Pero el principal problema al que se enfrenta ahora mismo es bastante grave, y es que esta casa número 8 parece ser un sitio algo especial. ¿O es que en las vuestras hay un enorme tapón en el sótano?
Al retirarlo, por este sumidero se marcha el color… Sí, como os lo digo, De repente todo a su alrededor y él mismo se tornan grises, apagados.
Y justo aquí, en este preciso momento he de detenerme, y dejaros a vosotros, jóvenes lectores, que indaguéis en el por qué de esta increíble situación, que parece sacada de un mal sueño.
Lo que sí os puedo adelantar es que las sorpresas, secretos desvelados y que aguardan en el camino os dejarán boquiabiertos, eso seguro.
La pareja artística formada por Patrick Wirbeleit y Sascha Wüstefeld han creado con Tom y su familia unos personajes a los que se les coge cariño desde el principio de sus peripecias, debido a su peculiar manera de ser y, sobre todo, a las curiosas situaciones a las que van a tener que enfrentarse en su mundo y en ese otro que les contempla tras el espejo…
Un cómic éste que, en principio, va dirigido a los más jóvenes de la casa, pero con el que lectores de cualquier edad pueden disfrutar. Este que suscribe a pasado un buenísimo rato.
Casa Nº 8: Una familia incolora
Guion: Patrick Wirbelet
Dibujo: Sascha Wüstefeld
Tapa dura
Color
104 págs.
18 euros
Nuevo Nueve