Si le encargas un caso, ten cuidado, ya que es el detective más pendenciero de la ciudad. De ahí su apodo, ¡Perro Nick!
Un solitario y oscuro pasillo. Al fondo, la puerta de un despacho, en el cristal de ésta podemos leer el nombre de la agencia de investigación a la que hemos acudido, desesperados, golpeados por el misterio y la violencia…
Este podría ser el principio de innumerables obras inscritas en el género calificado como negro y que, en su traslación a las páginas de cómic suelen tener colores algo apagados o, directamente ser plasmadas en el más puro blanco y negro.
Pero hete aquí que nos encontramos con esta obra de Miguel Gallardo, en la que gráficamente su paleta poco tiene de noir, más bien todo lo contrario, ya que una total explosión de color nos va a asaltar ya desde la portada.
En el interior de este enorme volumen vamos a encontrar las peripecias de este detective, que poco tiene que ver con Sam Spade o Philip Marlowe, ya que éste, además de tener poco olfato detectivesco, posee una moral bastante laxa, por lo que se mueve en ambientes poco recomendables, rodeado de todo el ecosistema propio del lugar: Matones de cuerpo gigantesco y cerebro minúsculo, estafadores con mirada ratonil, mujeres curvilíneas que en cada gesto esconden el engaño y, probablemente, la muerte.
Pero si estos personajes son el muestrario típico que casi todos los relatos enmarcados dentro del género, el autor juega con ellos y los hace moverse en una involuntaria danza que los lleva, encabezados por Nick Bardoni, a situaciones en las que el peligro acecha a la vuelta de la esquina y aquel caso que parecía de manual, de pronto, se convierte en algo mucho más retorcido, que la mayoría de las veces el detective ni siquiera tiene que resolver, ya que las máscaras y el telón caen por el peso de las mentiras y el crimen. Las clases en la academia de Langley no parecen haberle servido demasiado…
Acompañando a las peculiares peripecias de Nick, algunas historias que vienen a complementar a la perfección esta etapa del autor, como la que retrata, entre temas musicales, una época ya lejana, tal vez utópica, la de ese país del American way of life, de relucientes autos, sonrisas dentífricas y neones de colores. Relato éste que concluye de una manera inesperada y harto violenta.
Como violentas son las reacciones de unos lugareños al confundir una invasión alienígena con la llegada del temido ataque ruso, y que un chavalín resolverá de manera expeditiva, y al que volveremos a en otra historia que es un violento homenaje al mundo de los dibujos animados con los que todos hemos crecido.
Varios de estos relatos viene encabezados por unas increíbles ilustraciones que homenajean a revistas pulp de la época o a las novelas de a duro españolas, como las firmadas por Curtis Garland.
A Miguel Gallardo, el autor de estos cómics muchos de vosotros sólo le conoceréis por sus últimas obras, enmarcadas la mayoría dentro del género autobiográfico y de la novela gráfica, pero como podréis comprobar con la bibliografía incluida en el volumen, Gallardo fue uno de los grandes nombres del underground español en los ya lejanos años ochenta.
Padre de Makoki, junto a Mediavilla, o Perico Carambola, con Ignacio Vidal-Foch, entre sus creaciones en solitario están Pepito Magefesa, Buitre Buitaker y El Niñato… Todos ellos personajes que ya forman parte de ese imaginario museo que resume parte de la historia del cómic en nuestro país, y a la que hay que sumar a este detective de prominente mentón, aviesa mirada e impoluto traje azul al que todos conocen como Perro Nick.
Los casos de Perro Nick
Autor: Miguel Gallardo
Tapa dura
Color
100 págs.
24,50 euros
Ediciones La Cúpula