El minúsculo ecosistema de un pueblo y sus costumbres pueden llegar a convertirse en una auténtica prisión para aquellos que no comulgan con sus ideas y creencias.
Esta es la historia de Frank, un chico que ha llegado nuevo al lugar. No tiene amigos, y en principio tampoco es que tenga mucha intención de hacerlos, por lo que su actitud algo borde no le va a servir demasiado bien como tarjeta de visita a este lugar donde la religión está fuertemente arraigada entre sus habitantes. Al menos la mayoría.
Un grave incidente durante una procesión hará que la imagen del chico se empañe aún más, cuando realmente él no ha sido el causante real del percance.
Y esta también es la historia de otros personajes, todos ellos son jóvenes y conforman el reparto de esta historia.
Conoceremos a Abel. Piadoso, oculta un secreto que no puede revelar ni ante su confesor, por lo que las sudorosas noches las pasa obsesionado con el rostro del chico nuevo, con el que las cosas no es que hayan empezado demasiado bien.
Isaac es el devoto total, encargado este año de la organización de un concurso de cruces de mayo, una tradición que reunirá a todos los habitantes del pueblo y que se ha convertido en una auténtica obsesión para él.
Julia y Denis, la parejita. Llevan saliendo desde hace bastante tiempo, y aunque ella está totalmente dispuesta a rendirse a los placeres de la carne, hay algo, un impedimento que hace que su novio se niegue abandone las excusas para por fin conocerse íntimamente entre ellos. Esto y el hecho de que últimamente éste pasa cada vez más tiempo con Frank.
Y por fin, Christian, empleado de la solitaria gasolinera del lugar, donde pasa las horas sentado, mirando a las musarañas, excepto cuando se lanza de cabeza a su oculta pasión, un deleite cinematográfico que le lleva a tener sueños en los que podrá dirigir una película para adultos.
Pues bien, esta mezcla de personajes y caracteres hará que nazcan los secretos, que tarde o temprano tendrán que ser expuestos; las mentiras más graves caerán por su propio peso, así como las falsas caretas que más de uno de ellos llevan colocada, consiguiendo gritar a los cuatro vientos su auténtica condición sexual.
Mientras tanto, Frank hará amistad con algunos de los chicos, tal vez relacionándose con quien menos le conviene, llevándole a iniciar un oscuro plan que puede desencadenar la tragedia en el lugar, y partiendo el corazón a otros que no tienen el valor suficiente para confesar sus verdaderos sentimientos.
En estos tiempos de violencia homófoba contra el colectivo LGTBI+, este cómic es el reflejo de nuestra sociedad, trasladado a una pequeña población, donde sus habitantes, entre susurros y miradas de reojo no aceptan la verdad ni condición de algunos de sus habitantes.
Guillermo Saavedra, autor canario que hasta ahora ha publicado sus obras en publicaciones como la revista autoeditada Malfario o el webcomic ¡Qué rollo de pandemia!, se estrena con su primera obra larga, y lo hace con talento, ya que el argumento que retrata en su cómic resulta del todo creíble, y ha sabido crear una serie de personajes a los que define con un par de pinceladas, salpicando las páginas con cantidad de iconografía religiosa, que en esta ocasión es utilizada desde la más absoluta de las ironías.
Siembra
Autor: Guillermo Saavedra
Tapa blanda
Color
128 págs.
16,90 euros
Dibbuks