Llega para los protagonistas de este cómic el fin de la inocencia, dejando atrás la infancia y sumergiéndose en una espiral de violencia y oscuridad.
Había una vez un grupo de niños, con el paso de los años se habían convertido en lo más parecido a una familia. Compartían juegos, aficiones y una única regla que había que cumplir a rajatabla. No salir de aquella gran y solitaria ciudad que les había servido como refugio.
Los mayores se habían marchado hace ya mucho tiempo, más del que podían recordar. Y entonces ocurrió, uno de ellos encontró a un adulto, herido.
Cuando olfateó la sangre de las heridas de aquel hombre, una sed roja se apoderó del niño y ya nada, nunca más, volvió a ser igual…
En el primer volumen de este cómic pudimos ver como el grupo de chavales se resquebrajaba, ya que al haber probado la sangre humana, su condición de pequeños monstruos se agravaba. Es por ellos que en esta segunda entrega, los únicos que aún no piensan como animales, Lucas, Yui Y la silente Romie, harán todo lo posible por proteger a Laura, que será testigo del bestial comportamiento del resto de niños, que debido a la insoportable sed que comienzan a padecer, se transforman en una jauría que pretende cazarla.
Por otro lado, Raymond, que ha sido hecho prisionero por el único superviviente adulto del asentamiento, se va a convertir en una pieza importante, mucho, en la venganza de Finnick, hecho este que inclinará de balanza con dramáticos resultados.
Como ya ocurría en la anterior entrega, vamos a realizar un viaje en el tiempo, a modo de flashbacks, en los que conoceremos cómo era la vida de Yui, Lucas, Ronnie, Raymond, Billy, Bats, Vickie y Romie, todas marcadas por la soledad y la tragedia, hasta que una sombra oscura se les acercó, unos extraños que les tendieron la mano y, por qué no decirlo, cambiaron radicalmente un destino incierto.
Pero ya no hay vuelta atrás, el descubrimiento de la sangre humana hará que la historia tenga un rumbo inevitable, en el que la violencia cobrará un especial protagonismo, y todos aquellos juegos compartidos queden en el recuerdo para siempre…
Aunque aún quedará por resolver el mayor misterio de todos.
Concluye aquí esta serie creada por el incansable guionista canadiense Jeff Lemire, que en esta ocasión, vuelve a formar tándem con un viejo conocido, Dustin NGuyen, junto al cual ya nos llevaron más allá de las estrellas, en su popular saga Descender y posterior secuela Ascender.
En ella nos sumergen en una trama en la que la inocencia infantil se verá mancillada por una situación, misteriosa al principio, que ha transformado a sus protagonistas en los, aparentemente, únicos habitantes de un mundo desierto. Un equilibrio que se rompe, súbitamente, cuando se percaten de cuál es su verdadera naturaleza.
No me canso de elogiar las virtudes de Lemire, ya sea como autor completo o cómo en este caso, guionista, para crear personajes con sentimientos, con los que empatizamos como lectores a las pocas páginas de conocerlos.
Y otra virtud que posee Lemire es la de rodearse de enormes dibujantes en sus proyectos, ya sea Andrea Sorrentino, Gabriel Hernández Walta o, como es el caso, Dustin GNuyen, por lo que el resultado de esta unión solo puede calificarse como sobresaliente.
Junto a él, desvelarán la verdadera naturaleza de estos pequeños monstruos…
Little Monsters
Guion: Jeff Lemire
Dibujo: Dustin NGuyen
Tapa dura
Blanco y negro
152 págs.
22 euros
Astiberri