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Los niños del cementerio

Entre aquellas silenciosas tumbas se escondía un misterio que sacaría de su gris existencia a la pareja de hermanos protagonistas de este exitoso cómic.

No sé vosotros, pero en los ya lejanos días de mi infancia, las calles de mi barrio se convertían en el escenario de mil y una aventuras. He de confesar que nunca me han fascinado los juegos de pelota, que se convertía en la habitual manera de pasar el rato de los otros niños que pululaban por la zona, así que junto a un buen amigo nos inventábamos peligrosas misiones en las que nos metíamos en el pellejo de unos escurridizos agentes secretos.

Nuestro lema podría haber sido «Imaginación al poder», y digamos que los hermanos que protagonizan la trama de este cómic también pueden adscribirse a este pensamiento, pese a todo lo que les rodea…

Vais a conocer a Colin y Céline Mortimer, unos niños en apariencia totalmente normales, pero que son la diana constante de las pullas de sus compañeros de clase, que se dedican incansablemente a meterse con ellos, habiendo cambiado ligeramente su apellido. Los llaman “Los Muertimer”.

Y todo porque los padres de los niños regentan la funeraria del lugar. Josie y Ludo, una pareja algo gris que no tienen una muy buena comunicación con sus vástagos, hecho éste que provoca más de una bronca familiar. Y si además, las amonestaciones de los profesores son prácticamente continuas, pues podéis imaginar que el ambiente en la casa no es demasiado alegre…

Castigados injustamente, los niños terminan en el cementerio junto a su casa, donde pasan las horas charlando con el único adulto que les entiende, Pichón, el grabador de las lápidas. Un tipo con bastante talento para el dibujo y, sobre todo, con la suficiente paciencia y empatía para oír los constantes lamentos de Colin y Céline, que lo han convertido en su confesor.

Justamente él será el que “encienda” la mecha del misterio en este relato, ya que hay una tumba que posee una particularidad, algo que hará que los ojos de los chavales se abran de par en par y dejen que su imaginación se desboque, llevándoles a elucubrar sobre ese signo…

¿Dónde les llevará este descubrimiento? ¿Hay algo oculto en el lugar o sólo son imaginaciones de los protagonistas?

Una de las cosas que destacaría de este cómic, entre otras muchas, es que estos niños son unos antihéroes: Agobiados por el bullying que sufren en el colegio, incomprendidos tanto en el cole como en casa. Y sin embargo, tan solo hace falta una pequeña cerilla que haga que sus ganas de vivir aventuras prenda y se lancen de cabeza a una peripecia que promete ser algo “peligrosa”. Estos detalles los hace mucho más cercanos, creíbles. Más «reales».

No me extraña que la autora de este cómic, Léa Mazé, haya alcanzado el éxito y los premios con rapidez, ya que además del atractivo de los peculiares protagonistas, la atractiva trama y el personal trazo con el que ilustra la historia, cuando llegamos al final de la lectura del álbum nos golpea con un inesperado y muy efectivo cliffhanger que nos hacer desear que la segunda entrega llegue a las librerías lo antes posible.

¿Y sabéis lo mejor del asunto? Que este cómic os hará pasar un muy buen rato a los más jóvenes de la casa y a los más talluditos, ya que es una lectura muy recomendable para todos los públicos.

Los Muertimer 1. Matar el rato.

Autora: Léa Mazé

Tapa dura

Color

72 págs.

18 euros

Astiberri

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