Sumerjámonos en el universo del escritor nacido en Praga, acompañado en esta ocasión por las ilustraciones de uno de los grandes nombres del Cómic español.
Resulta más que adecuado, que hoy día de 3 de junio, en el que se cumple aniversario de la muerte de Frank Kafka, restando tan solo un par para el centenario, coincida con la publicación de un volumen que recoge parte de su producción en el terreno del relato corto.
Esto ya de por sí es motivo de celebración si hablamos de este escritor, cuya vida estuvo afectada por la inseguridad, la depresión y la enfermedad, llegando a tales extremos la primera de estas que, a modo de testamento, pidió que todas sus obras fueran arrojadas al fuego.
Menos mal que esta última petición fue ignorada…
Dentro de esta nueva edición vamos a encontrarnos la que tal vez su obra más famosa y celebrada, «La metamorfosis», junto a otro como «La condena», «El fogonero. Un fragmento», «En la colonia penitenciaria», «El maestro rural», «Un médico rural», «El cazador Gracchus», «Chacales y árabes», «La construcción de la Muralla China», «Informe para una Academia», «Un artista del hambre» y, finalmente, «Josefina, la cantora, o el pueblo de los ratones».
Es bastante probable que los lectores que ya conozcan su obra las hayan leído, pero hay una característica, un nuevo elemento, que hace que esta nueva edición brille aún más si cabe, y es que acompañando a los textos, gozaremos de la interpretación que de estos que realiza un viejo conocido de los aficionados al Noveno Arte. Nada menos que Paco Roca.
Los que disfrutamos de su trayectoria en esto de las viñetas, sabemos que Paco no se conforma con el éxito que le acompaña siempre, sino que obra a obra va introduciendo nuevos elementos que hace que ésta se enriquezca, evolucionando en estilo, narrativa y gráficamente.
Y aunque como dibujante se le puede enmarcar dentro del movimiento artístico de la Línea clara, herencia ésta del mercado francobelga, cual será nuestra gran sorpresa al observar que en las ilustraciones contenidas en este volumen la abandona por momentos, para acercarse estilísticamente a otro tipo de dibujo, que nos retrotrae al pasado, como si en una viajáramos en una máquina del tiempo.
Y no solo hace esto, quedándose en reflejar en sus dibujos fielmente lo que se narra, sino que, en ocasiones, imagina situaciones que no se nombran en los relatos, como hace en «La metamorfosis», donde podremos ver a un Gregor Samsa, transformado ya en cucaracha y acudiendo a su gris trabajo. Se nota que Paco ha disfrutado con este trabajo, en el que ha contado con la libertad absoluta para recrear el universo kafkiano, ya sea con sus personajes, paisajes, carteles de la época… Y como él mismo confiesa, igual se ve inevitablemente empujado a crear, tal vez, alguna nueva historia de estas lecturas que le marcaron tanto en su juventud. Quién sabe…
Como decía al principio, no pienso en una mejor manera de homenajear al autor que con esta especial conjunción de dos talentos.