La vida nos presenta en ocasiones a inesperados compañeros de viaje…
Y si no que se los digan a las protagonistas de este relato que nos transporta a una galaxia muy, muy lejana.
La capitana Grix, a bordo del carguero Perro Solar, siempre cumple con eficiencia sus entregas. Junto al resto de la tripulación, formada por Knov, Eline, Xether y su hermano pequeño, Rath, han recorrido el sistema de planetas llevando de un lugar a otro las mercancías que provienen de la todopoderosa empresa Lux.
Un inesperado y peligroso aterrizaje en la luna de Qari será el detonante que lo cambie todo, haciendo que Grix tenga que tomar una decisión muy importante, que pondrá en la picota al resto de sus compañeros.
En paralelo, la joven Vess, guiada siempre por su inquebrantable fe, que incluso la ha hecho renunciar a su papel reproductivo en su planeta de origen, Rool, también camina a ciegas por las calles de la gran urbe, perteneciente al principal planeta del sistema, Duni.
La aspirante a novicia será acogida con los brazos abiertos en la congregación de las Hermanas de la Severidad, una orden religiosa que enfrenta sus creencias al inmoderado vicio consumista propagado por Lux.
Pero Vess, de manera involuntaria, se va a convertir en la portadora de un secreto terrible que le abrirá los ojos, y hará que su vida cambie a partir de entonces, colocándola en el centro de una gran aventura junto a los tripulantes de la Perro Solar, que debido al descubrimiento de Grix, se convertirán en prófugos.
La primera vez que me encontré con el nombre de la guionista norteamericana G. Willow Wilson fue con su genial creación para la editorial Marvel, la joven Ms. Marvel, donde sabía mezclar a la perfección el humor, la aventura, el paso de la niñez a la adolescencia, todo ello muy bien integrado con una acertada visión de la comunidad musulmana que reside en la Gran Manzana, algo que nunca habíamos visto en los cómics protagonizados por superhéroes.
En el caso de Invisible Kingdom, premiada con el prestigioso Eisner como mejor serie del año pasado, ha vuelto a crear a un personaje joven, Vess, cuya fe a prueba de bombas se va a dar de bruces con la realidad más cruda, y pese a ello la seguirá conservando, aunque su sueño de servir como nona en la Hermandad se convierta en algo que se aleja de su vida, si es que aún quiere conservarla.
Obra protagonizada por personajes femeninos, también introduce lo cotidiano y el humor, sobre todo entre las tripulantes de esa nave espacial tan escurridiza, que va a escapar de una y mil situaciones peliagudas gracias, sobre todo, a la habilidad como piloto de su capitana, Grix.
A lo largo de este viaje que comienza vamos a descubrir muchas cosas, algunas oscuras, que mancillan para siempre la imagen pura que se tenía de ellas. Otras surgirán, como el amor, en medio del peligro más absoluto y también, como está bastante claro, este cómic es una crítica a esas grandes empresas que, sin nosotros percatarnos, controlan nuestras vidas, convirtiéndonos en ávidos zombis consumidores.
En la parte gráfica, destacar la increíble paleta cromática del dibujante Christian Ward (ODY-C, Rayo Negro…) que plasma con sus pinceles digitales las aventuras de los personajes de una manera muy personal y, en especial, disfrutaremos de lo lindo con los enfrentamientos espaciales entre las naves, que parecen salirse de las viñetas.
Cuando terminas de leer este primer volumen solo puedes pedir más, querer conocer qué va a ser del destino de la joven Vess, en el que su fe, y vida, serán puestas a prueba junto a las tripulantes de la Perro Solar.
Invisible Kingdom
Guion: G. Willow Wilson
Dibujo: Christian Ward
Tapa dura
Color
136 págs.
17 euros
Astiberri