Por fin se abre el telón y conocemos el terrible plan de uno de los más peligrosos villanos a los que se ha enfrentado el Gigante Verde.
¿Quién iba a pensar que este bruto de color gris (luego llegó el verde por razones que ya todos deberíamos conocer) que tan solo podía articular unas pocas frases iba a dar para tanto y tan bueno?
Spiderman tiene su infinidad de problemas personales y una galería de villanos de primera. Los Cuatro Fantásticos, además de ser la representación de una casi perfecta familia, deben lidiar día sí y día también con poderosas amenazas cósmicas. Y Thor, bueno, qué puedo decir de las aventuras de un auténtico dios nórdico…
Pero desde 1962 ha llovido mucho, y la imaginación, la genialidad de algunos guionistas nos han regalado largas sagas que colocan a Hulk en esa imaginaria galería en la que se enmarcan algunas de las mejores historias nacidas dentro del Universo Marvel.
Creo que nombrar a Peter David como uno de los mayores “culpables” de este hecho es de recibo, ya que su estancia entre estas verdosas páginas ha sido de lo más fructífera, sacando a la luz aspectos del personajes (y secundarios) que hasta aquel momento nadie había podido ver.
Por cierto, su viaje junto a Bruce Banner no ha terminado, ya que en los últimos años ha seguido completando ese puzle que es su existencia (la futura como la encarnación de Maestro en varias miniseries) y una miniserie protagonizada por su versión más gris y chanchullera, Mr. Fixit.
Tras David también disfrutamos del talento de otro de esos grandes guionistas del panorama norteamericano, del que un servidor había disfrutado infinidad de relatos enmarcados sobre todos en los géneros fantásticos, terroríficos o de ciencia ficción.
Pero Bruce Jones nos llevó de la mano también en una etapa donde el thriller y el misterio estaban a la orden del día, aportando originalidad a las peripecias del atribulado protagonista.
Y finalmente llegó a las páginas de la colección Al Ewing, que se ha erigido por méritos propios como uno de los principales “arquitectos” del moderno universo marvelita, tirando una vez más y llevando al límite el trauma de Bruce Banner que nos remite a su infancia, la relación con su violento padre y la posterior personalidad fragmentada que a través de las páginas firmadas por Ewing y el impresionante arte de Joe Bennet.
Nunca se habían visto escenas tan brutales y terroríficas en esta colección, y en esta octava entrega la cosa no va a ir a menos, todo lo contrario, ya que el malvado Líder utiliza su enorme cerebro para urdir un plan que pondrá a Hulk y Cía contra las cuerdas, valiéndose de ese lugar, la puerta verde, a través del cual vamos a acceder al subconsciente de Banner, donde vamos a encontrarnos con las diferentes facetas de su personalidad, y algunas más que seguro os va a sorprender.
Tras la explosión de rayos gamma que arrasa una ciudad, en el escenario aparece la nueva y renovada versión del grupo Alpha Flight, que tienen algunas cuantas pendientes con Hulk, que terminará siendo alcanzado en un punto vital por un certero disparo del pequeño Puck, lo que hará que la última pieza de este imaginario dominó caiga y el peligroso villano que hasta ahora permanecía en las sombras revele su verdadero rostro, convirtiéndose en un auténtico amo de marionetas.
Y cómo ya os decía anteriormente, ¿Qué sería de Hulk sin sus secundarios? Y lo van a pasar especialmente mal en este volumen que nos encamina hacia la conclusión de la saga, con la inesperada aparición de un personaje al que creo que todos los lectores de los cómics Marvel le tienes un especial aprecio…
¡A tan solo diez números del final, las cosas nunca se le pusieron tan difíciles al protagonista de este apasionante cómic!
Marvel Premiere 62. El Inmortal Hulk 8: El guardián de la puerta
Guion: Al Ewing
Dibujo: Joe Bennet
Tapa blanda
Color
120 págs.
12 euros
Panini Cómics