El agente Antoine San Antonio se enfrenta al misterio en un, aparentemente, plácido pueblo galo.
Documentándome sobre la trayectoria del autor de las novelas protagonizadas por este agente secreto, me quedo boquiabierto al saber que Fréderic Dard escribió a lo largo y fértil carrera 175 novelas protagonizadas por San Antonio, convirtiendo a este personaje, como no podía ser de otra manera, en un auténtico icono en tierras francesas.
Esto me lleva a una reflexión que probablemente compartáis. Y es que todos, de chavales, nos hemos sumergido en esas lecturas que, dirigidas a un público joven, nos llevaban a acompañar a sus protagonistas en mil y una peripecias, ya fueran Los Cinco los más talluditos (entre los que me encuentro) o el joven mago Potter…
Pues resulta que un joven llamado Michaël descubrió una de las novelas firmadas por Bard, y la leyó con tal rapidez y ansia que, a partir de aquel día éste se convirtió en su autor favorito, alguien que le había dejado marcado con las audaces peripecias del protagonista, el humor y la ironía que destilaban algunas situaciones y una manera de escribir de los más personal, creando un auténtico, y nuevo, argot.
¿Quién le iba a decir al imberbe chaval que acabaría dedicándose a esto de los tebeos, y se labraría una exitosa carrera, con algunos de los cómics más vendidos en el país vecino?
De todos es conocido su trabajo junto a Bastien Vivès, amigo y compañero de estudios y viñetas, en la serie Last Man, que afortunadamente ha sido publicada en nuestro país, así como la endiabladamente divertida Banana Sioule, de la esperamos con impaciencia su tercera, y última entrega.
Michaël Sanlaville reúne en su estilo una genial mezcla de influencias, que van desde la BD más contemporánea al manga japonés, naciendo de esta fórmula un estilo brutalmente atractivo, que maneja con maestría las escenas de acción cuando estas aparecen y nos sitúa con todo lujo de detalles en los diferentes ambientes que aparezcan en el argumento.
Pero dejémonos ya de preámbulos y conozcamos la localidad de Grangognant-Aux-Mont-Dór, en la que dos chavalines han desparecido. La historia da comienzo en el aula de la escuela local, donde un profesor de lo más bruto utiliza la infausta frase “La letra con sangre entra” con sus alumnos, a los que zarandea y golpea sin piedad…
Obviamente, el bigotudo y barrigón tipo no es maestro, sino el ayudante de San Antonio, Bérurier, que tiene demasiada afición por los caldos locales y se va a pasar buena parte de la historia bajo los efectos del consumo de alcohol.
Pero lo inusual de sus “métodos educativos” dará con una importante pista que llevará a San Antonio a la casa de una ex cantante de ópera, Madame Soubise, que junto a un peculiar grupo de amigos, o mejor dicho, compinches, disfrutan de los placeres de la carne…
Y aquí me detengo con el argumento, ya que no quiero desvelaros todo lo que acontecerá a continuación. Tan solo adelantaros que el caso se irá complicando viñeta tras viñeta, con una sucesión casi imparable de asesinatos y acción, todo bien sazonado con el toque de erotismo que aportan las curvilíneas y bellas mujeres que nacen del pincel de Sanlaville.
Hay ocasiones en las que los sueños se hacen realidad, y quién le iba a decir a aquel joven lector de novelas de Fredéric Dard que un día adaptaría una con maestría a las viñetas.
San Antonio en Lyon
Autor: Michaël Sanlaville
Tapa dura
Color
96 págs.
20 euros
Nuevo Nueve